Volar en parapente es una experiencia ideal para quienes aman la libertad en su máxima expresión y sobre todo para quienes les encanta practicar deportes extremos.
Para iniciar el año nuevo con buen pie, fui a Nirgua a volar en parapente, para llenarme de buena vibra y liberar adrenalina. El piloto encargado del vuelo fue Cateno Carnabuci, quien se dedica a sacarles sonrisas a las personas en el aire de una forma muy peculiar: volando en parapente.
Para realizar este primer vuelo me sentía segura de que estaba en manos de un experto, porque me lo recomendó otro piloto mi amigo Manuel. Por tal motivo los nervios estaban pero de forma controlada. Al llegar a Nirgua subimos a la montaña del sector Las Piedras. Ahí Cateno verificó la potencia del viento para poder realizar el vuelo. Todo estaba en perfectas condiciones.
Aunque andaba muy sonriente no puedo negar que me sentía nerviosa. El piloto me indicó las instrucciones de lo que debía hacer al momento de iniciar el vuelo. Fueron espectadores del vuelo la esposa de Cateno, el señor del Jeep que nos subió y sus hijos.
¡Vamos en el parapente!
Ahí estaba ya con el equipo, lista para vivir esa experiencia tan emocionante. “Al contar hasta 3 corremos” me dijo Cateno, por cierto tuvo que empujarme para que yo saliera corriendo con fuerza y ahí en pocos segundos ya estábamos volando.
Volar sin motor
El vuelo en parapente dura aproximadamente entre 10 a 15 minutos. Pero mi vuelo duró un poco más de 20 minutos porque el viento estaba muy bueno y el piloto estaba muy emocionado disfrutando, tanto como yo. Así pude deleitarme viendo desde las alturas un hermoso paisaje en Nirgua. Además de cumplir el gran sueño de volar sin motor, dejándose llevar por la brisa del viento.
El descenso fue en una parte baja y plana, ubicada cerca de la montaña. Cuando estábamos listos para descender poco a poco fuimos bajando, y déjenme decirle que fue tan suave que ni sentí cuando ya estaba en tierra. Volar en parapente es una experiencia única que debes vivirla.