Muchas veces nos encontramos con momentos ácidos como un limón, que nos hacen quitar la alegría y cambiar nuestro rostro a una apariencia no muy agradable así como la situación por la que estamos pasando, estos momentos o situaciones nos opacan nuestra felicidad. Sin embargo, todos queremos ser felices, y siempre estamos como la película protagonizada por Will Smith “En busca de la felicidad”. Pero… ¿que es la felicidad?.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra felicidad (Del lat. felicĭtas, -ātis). Como “1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. 2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo. 3. f. Suerte feliz. Viajar con felicidad”.
La felicidad es concebida como un estado de ánimo y por ello está íntimamente ligada a las emociones que nos producen las cosas que hacemos, al alcance de metas, es lo que se llama autorrealización. En ese sentido, la felicidad depende de nuestra forma de ser, de cómo llevamos adelante la vida, esas acciones que tomamos frente a los problemas y las dificultades.
La felicidad en nuestro subconsciente
A pesar que nuestro consciente no puede sugestionarnos ese estado de felicidad, sí podemos trabajar para fomentar los factores que contribuirán a que las interacciones internas tiendan a estimular nuestro sistema límbico, para que este le envíe señales al consciente de ese estado anhelado de felicidad.
De esa manera, en gran parte depende de nosotros de tomar la decisión de ser felices, de tener una actitud positiva ante la vida, de aprender de las dificultades y de no doblegarnos ante las situaciones que se nos presentan. Con buen ánimo se puede salir adelante siempre, hay que luchar. Cada día debemos ser felices, debemos vivir como si fuera el último día, pues en realidad no sabemos si así será. Nos vemos caminando por ahí.